Cuero

La isla de La Palma contaba con excelentes artesanos del cuero. La artesanía de este material sigue teniendo aplicación diaria en la actualidad. El mejor ejemplo son los muy demandados zapatos y zamarrones, especie de delantales de la vestimenta tradicional producidos en Puntallana y Santa Cruz de La Palma. En los talleres de estas localidades se acometen tanto las labores de arreglo del calzado, como la fabricación de piezas singulares en piel rústica, con plantillas y hormas tradicionales.

Es posible que al entrar en el taller de un artesano del cuero al visitante se le antoje que el marco ha quedado anclado en el tiempo, atrapado en torno a la mesa y la banqueta del zapatero. No faltan, ni mucho menos, un montón de herramientas de curiosos nombres. De esta manera, un maestro del cuero utiliza la bigornia (pie de hierro que sirve de molde para hacer el empeine de un zapato), corfinas para el corte modelado cuero, tenazas, sacabocados con lo que taladrar la piel, manijas de cuero para proteger el puño, y maquinaria de coser. Hay que sumar al repertorio el rollo de suela, la hilaza, la tinta y la crema, para dar los toques finales a unos productos elaborados en exclusiva, y a medida, para cada cliente.

El paso del tiempo no ha implicado la pérdida de trabajos de cuero en La Palma. Por contra, a los objetos tradicionales hay que añadir las botas, polainas, vainas de cuchillos y zaleas, pieles de oveja curtidas que se emplea como sobrecamas o alfombras.

 

Texto: © «Guía de artesanía La Palma». Myriam Cabrera, María Victoria Hernández y Vicente Blanco