Madera

Los aborígenes de La Palma ya trabajaban la madera. Y con gran perfección, si se tiene en cuenta los rudimentarios medios para entonces disponibles, todos ellos variaciones de piedras cortantes y conchas marinas, ya que los pobladores de la isla desconocían por completo los metales.

En La Palma un buen número de artesanos elaboran aperos de labranza, mobiliario, instrumentos musicales, cachimbas, lagares, medidas, pilas (toneles), balcones y otros elementos de arquitectura popular, maquetas, embarcaciones, herramientas agrícolas y un sinfín de objetos destinados tanto a la decoración como al uso doméstico.

Especial importancia tuvo en el pasado la fabricación de toneles, por la elevada producción vinícola de la malvasía.

Brezo

Existen en las medianías de La Palma, donde llega la influencia de los alisios, bosques de laurisilva, reductos del terciario, con diferentes especies arbóreas. Por encima de ellos, entre 1.100 y 1.400 metros de altura, abunda el fayal-brezal, nutrido fundamentalmente, como su nombre indica, de faya y brezo, así como de acebiño y laurel en sus zonas más húmedas.

Con brezo, tallado o trabajado en el torno, se hacen cucharas, palas de derretir los cerdos en las calderas de cobre para obtener manteca, cabos (mangos) de la mayor parte de las herramientas, aperos de labranza y cachimbas. Su madera, de gran dureza y vistosidad, tiene sin embargo un inconveniente: si no se procede a un tratamiento minucioso, se abre y aparecen fisuras longitudinales que la hacen inservible. Para que el brezo no quede inutilizado, una vez cortado y limpiado, se procede a su curado mediante un pase ligero por el fuego, tarea que los artesanos denominan charamuscado y que se realiza con las propias ramas secas del brezo. Después se sepulta en tierra húmeda durante una semana. El proceso termina poniéndolo a hervir en agua abundante.

Tea

Las cumbres palmeras y la Caldera de Taburiente están pobladas de pinos canarios, resistentes al fuego, agarrados fuertemente a las rocas, desafiando al viento, al frío y al calor. Estos pinos guardan celosamente en su interior un corazón de tea, madera noble, fuerte y olorosa.

La tea, que en Canarias se aprecia por su color rojizo y resistencia, aparece en las construcciones isleñas formando vigas y apuntalándolas a modo de columnas para asegurar la perdurabilidad del edificio. De tea son también las puertas y balcones tallados en las iglesias y viviendas de La Palma, así como los suelos, tirantes del techo, esquineros, dinteles, cancelas, alacenas, brocales, canales para llevar el agua hasta el aljibe y muchos otros elementos de arquitectura popular. También el interior de las casas se vestía de tea: a ella se confiaban los taburetes, bancos, medidas, mesas, sillas, catres y cajas – arcones de usos varios.

No son ajenas a este material las herramientas de tejeduría, desde los telares a las devanaderas.

A pesar de la amplitud de usos de este tipo de madera, sus aplicaciones se han visto reducidas en los últimos años. Esto se debe tanto a la incorporación de maderas foráneas, como a la prohibición de explotaciones, que tiende a la conservación del manto vegetal de la isla.

La tea es eterna, no se pica. Nunca muerte, siempre está viva. La resina que contiene le proporciona una lubricación propia, que hace que no se estropee.

Moral y Cedro

En las medianías y costas de la isla todavía se distinguen las siluetas de viejos árboles retorcidos, los morales, que recuerdan al viajero la imagen de las esculturas barrocas. Hoy se encuentran abandonados, en contraste con la imagen de antaño, siempre verde o podados. En el listado de  beneficiarios se incluía, asimismo, la ganadería y, desde luego, a los artesanos mañosos que encontraron en su madera amarillenta y suave la materia prima para hacer morteros, barrilotes, tazas, queseras,…

La madera del moral entró en las casas; se introdujo en talleres textiles en forma de lanzaderas y husos; participó de la música navideña en las castañuelas y palillos de tambor; y fue, y lo sigue siendo, el sueño de los torneros para sus más elaboradas piezas.

El cedro es quizá una de las especies arbóreas canarias menos conocidas. El cedro que se trabaja hoy en día en La Palma es mayoritariamente de importación, También se reutiliza la madera de baúles que llegaron a la isa de la mano de los indianos que regresaron de Cuba. Por sus características y aroma especial se emplea principalmente para muebles con talla, objetos de adorno y las demandadas cajas para conservar los puros.

Además del brezo, la tea, el moral y el cedro, existe en mucha menor proporción otras maderas, cmo la faya, el laurel, viñátigo, eucalipto rojo, naranjera, almendrero, palo blanco, castaño y otras especies, que se utilizan también para la elaboración de piezas de uso doméstico.

Texto: © «Guía de artesanía La Palma». Myriam Cabrera, María Victoria Hernández y Vicente Blanco