El trabajo artesano más antiguo es, sin lugar a dudas, el que hoy conocemos como cestería. Desde la prehistoria el uso de materiales vegetales entrelazados o tejidos, aparecen en yacimientos arqueológicos, considerándose su origen anterior a la alfarería. Afollado (especie de la laurisilva), castaño, moral, tagasaste (planta forrajera endémica de La Palma), colmo (centeno), trigo, mimbre, caña y pírgano (nervio de la hoja de la palmera) son los materiales empleados en La Palma para la cestería tradicional.
La enorme riqueza de materias primas proporciona un sello peculiar y diferente a la artesanía vegetal palmera. A pesar de utilizar materiales rudos y difíciles de trabajar como son el afollado o la vara, se realizan productos de una extraordinaria perfección. La cestería palmera, extendida por toda la isla, se ha configurado en cada lugar con las fibras propias de la comarca, utilizando la vara (afolado, castaño, tagasaste, moral…), pírgano de palmera, mimbre, caña, colmo y otros materiales en menor proporción.
Su característica fundamental radica en la funcionalidad a la que, en cada momento, se destina el conjunto de la producción, constituida por angarillas, cestos de carga, cestos de manos, espuertas, cesto de tapa, de ropa y de plancha; barcas de pesca, cestas de transporte, tambores de morenas, paneras, papeleras y toda una serie de pequeños modelos utilizados como juguetes o en el hogar y la decoración.
El oficio de cestero también se transmitía de padres a hijos, dedicándose en ocasiones familias enteras a la realización de piezas, algunas de ellas por encargo. En un principio la cestería fue la actividad propia del hombre, principalmente de la de vara, pro poco a poco las mujeres se han ido incorporando a ella.
En verano se recoge el colmo (paja de centeno) y se ata, formando colmeros (haces de paja) que se guardan en los pajeros y lonjas, para ir utilizándolos durante todo el año. Antes de ello, hay que ir sacándoles todas las hojas secas, para dejar solamente la caña limpia.
La zarza que se utiliza en cestería, por su parte, hay que recogerla en los menguantes lunares de abril, mayo y junio, para que sea más resistente.
La pieza más característica de esta artesanía de colmo y zarza es el balayo, que popularmente ha dado nombre genérico a esta cestería, de fondo redondo y urdido en espiral. Para ello se emplean rollos de colmo, cosidos con cintas de zarza. Sus paredes son cóncavas, más o menos abiertas en su parte superior.
De colmo y zarza se hacen cestos de fondo redondo con tapa, que sirven, entre otras aplicaciones, para guardar el gofio que se emplea diariamente; otros de forma oval para cubiertos; costureros y cestas caladas.
La cestería de colmo se basa exclusivamente en el uso de centeno convenientemente tratado para la elaboración de objetos delicados, frágiles, dorados y brillantes. Los más comunes son los costureros, canastillas de recién nacido, cestos de adorno o, simplemente, recipientes para guardar pequeños recuerdos. Todos ellos pueden realizarse con colmo en su color natural, o mediante el intercalado de pajas de vivos colores, previamente teñidas con anilina.
La pieza más tradicional de las realizadas en colmo es la canastilla, hexagonal u octogonal, con tapas y, a veces, patas, forrada de tela en su interior y destinada a contener el ajuar de los recién nacidos. Derivadas de la canastilla, y en un tamaño menor, se hacen también cajas, cofres, costureros, joyeros y arconcillos, entre otras piezas.
Dentro del repertorio de varas, la que tiene mayor uso es el afollado, abundante en los montes de laurisilva, y así descrito por el biólogo palmero Arnoldo Santos Guerra, en su libro «Árboles de Canarias (1979)». La flexibilidad de sus varas, que se cortan en cualquier menguante del año, hacen que puedan trabajarse con facilidad. No es recomendables trabajarlas cuando están verdes, porque los cestos se aflojan.
La cestería de vara también se realiza con otra variedad de fibras vegetales como el castaño, moral, tagasaste y pírgano, siguiendo el mismo proceso. Con todos estos materiales se hacen, para el campo, cestas de pedreros, espuertas de distintos tamaños, angarillas y cestos de carga para diferentes usos; para la casa, cestos de bandeja para la ropa planchada, cestos de tapa para llevar la comida al trabajo, paneras, fruteros… Además, las varas se emplean en la realización de cestas para el pescado y el forrado de garrafones de botella, entre otros objetos.
Las palmeras forman parte del paisaje de la isla. No obstante, la mayor concentración se encuentra en los municipios de Breña Alta y Breña Baja, por lo que es allí donde se trabaja este material desde muy antiguo.
Tradicionalmente la palma se utilizaba para hacer esteras que suplieran las alfombras en las casas humildes o paliaran la ausencia de tabique que separase el dormitorio de la sala. También se colocaban debajo de los colchones, con lo que se evitaba que éstos se dañasen por el roce con los arcos de la cama.
Una de las piezas más peculiares de la cestería de palma en la isla es la cesta gallera, así mismo se hacen ceretas (una especie de bolsos), empleitas para moldear el queso, sombreros y abanadores para avivar el fuego, construido todo ello con el palmito, la parte tierna del cogollo, cuya calidad supera a la de las hojas, más verdes y toscas.
Las mimbreras de las zonas húmedas del norte de La Palma proporcionaban la materia prima de una actividad artesana desarrollada, sobre todo, en San Andrés y Sauces y Barlovento.
Las piezas de mimbre, tanto en su variante natural como pelada, cuentan con un urdido de forma radial, método ajeno a la manera usual de realizar la cestería de La Palma. No obstante, y al menos en el caso del mimbre sin pelar, cumplen las mismas funciones que los otros tipos de cestería, en tareas propias del mundo agrícola. El mimbre blanco se utilizaba, y aún se emplea, para piezas más refinadas, como cestas, canastillas y costureros.
En cuanto a la caña, formó parte de los pequeños sembrados que existían en torno a las viviendas, con objeto de solucionar problemas agrícolas, como el levantado de la viña o el cultivo de tomates. Uno de sus usos era la cestería, recurso que se utiliza cuando no se dispone de castaño u otras caras para urdido de cestos. Estos trabajos, realizados íntegramente en caña, conforman una cestería más débil, por su menor resistencia al peso.
Lo habitual es que con este material se construyan jaulas para pájaros. El mimbre, mezclado con la caña rueca dio lugar a un tipo de cestería diferente, no exenta de contenido estético. Cestas, barcas y otros objetos forman el conjunto de piezas realizadas con la unión de ambos materiales.
La Palma es una isla eminentemente agrícola. Su producción principal es el plátano, que comenzó a desarrollarse a principios del siglo pasado. A pesar de ellos, la cestería a base se arique o badana de plátano es de reciente implantación. La abundancia de otras materias primas propias de la cestería ha postergado su utilización.
Algunos artesanos emplean el arique, con alambre dentro, para hacer las costillas del cesto, y cintas d arique para tejerlo. Otra modalidad muy diferente consiste en usar cuadradillos de tela metálica o de madera para dar forma a los objetos y cubrir estos armazones de arique. El tipo de piezas realizadas depende de su uso y de la creatividad del artesano; han llegado a realizar muebles recubiertos con capas de arique, además de cestas, flores, muñecas, bolsos… Cuando no se necesita mucha consistencia en los objetos, se hacen arique solamente.
El arique se obtiene del tronco de la platanera cortado y secado. Se abre se humedece, se limpia y se separa en capas, cortándolas en tiras o e la forma deseada, según el trabajo que se vaya a realizar.